miércoles, 27 de agosto de 2008

Malo,malo,malo


Se dio la vuelta con el látigo en la mano derecha y arrastrándolo por el suelo miró fijamente a los ojos del hombre.-Has sido muy malo,dijo suavemente y él murmuró: -Sí.
-Ahora vas a tener que sufrir por ello -y sin más le soltó el primer golpe,no demasiado fuerte para que durara.
El hombre estaba desnudo y atado fuertemente boca arriba sobre una camilla forrada de terciopelo rojo en medio de la habitación en penumbra.No gritó, sólo apretó un poco la boca y después sonrió.La indumentaria que ella llevaba era la que él había pedido.Así tenía la ilusión de tener el control...todavía.El corsé rojo también estaba fuertemente anudado con lazos negros.Las botas negras por encima de la rodilla dejaban ver la parte superior de las medias y las ligas que se sujetaban al correspondiente liguero gritaban en rojo chillón.
Ella se entretuvo acariciando su cuerpo con la vara y al llegar a los testículos enredó las cuerdas del látigo alrededor.Unas gotitas de sudor empezaron a resbalar por la frente del hombre que sin embargo seguía manteniendo su sonrisa.Ella apenas la entreveía debido a la poblada barba que ocupaba gran parte de su cara mateniéndola semiescondida.
-Te gusta mandar, verdad?-Sí, contestó él con un gemido.
Ella notó que la vara de él empezaba a levantarse. -No te cansas de dar tantas órdenes?
-Es mi deber, me necesitan....-El látigo resonó fuertemente esta vez en el silencio del cuarto.El hombre gritó, pero ella vio que su excitación crecía.

En ese momento llamaron a la puerta.Ella, sin inmutarse, la abrió ante el estupor de su prisionero y entró otra mujer.Despacio se puso unos guantes de cirujano y sacando una navaja se acercó al cuello de barbudo. -Este es tu fin...

Y así, en seco y sin anestesia procedió a eliminar hasta el último pelo de la cara del hombre malo, malo, malo