jueves, 27 de octubre de 2011

El otro día ocurrió una cosa muy extraña en el super. Mis mariditos se habían enfrascado en una charla sobre política, así que me aparté cuidadosamente sin que lo notaran, son de partidos distintos, y continué con la compra. Me han diagnosticado neurosis de estrés, hace poco y como el remedio del médico es "no pensar", me automedico; con consecuencias un tanto imprevisibles. Así, ahora, antes de comprar cualquier cosa en el supermercado, miro la fecha de caducidad del bote que voy a llevar y también las 3 ó 4 latas del producto que haya en la misma fila. Así compruebo que no sólo el elemento escogido sino el lote al que pertenece, estén en buen estado. El médico dice que es algo obsesivo pero no importante y a mí me da mucha más confianza a la hora de meterlo en la panza. Platero y yo, divagué soñolienta por los pasillos. Allí estaba, absorta y tranquilamente dedicada a estos menesteres, cuando de pronto una figura un tanto informe, por la excesiva proximidad, irrumpió a mi lado agitándose violentamente, al ritmo, como yo, del bolero que sonaba en el hilo musical.
- PERO ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO? - escuché con claridad mientras me asían del brazo.
La familiaridad tiene como efecto rebote devolverte a la infancia. Me encogí, sorprendida y sobresaltada, sin perderle el paso.
- ¿Es a mí? - pregunté bailando, rehecho el tímpano de la primera impresión. El desconocido debía ser, a juzgar por la borrosa mancha amarilla de la camiseta, alguien que trabajaba por allí de encargado.
- PUES CLARO ¿TÚ VES A ALGUIEN MÁS? ¿QUÉ CREES QUE ESTÁS HACIENDO? ¡Deja de menear los tarros y de menearte tú! ¡Aquí no se permiten esos bailongos y esas indecisiones, hombre! ¡Que no estamos para perder el tiempo! No sé, eh, no te veo yo en el buen camino. ¡Ahora mismo te me vas al despacho del director!
- Pero ¿qué dice? - me callé el "boludo´s shit" mientras me daba cuenta de que el tono de mi camisa amarilla era exactamente igual al de la suya y al de las cajeras. Me hirvió la sangre por su autoritarismo, me sonaba de algo su cara de atontado. Decidí, en un pronto de autenticidad, decirle la verdad. Como tengo la excusa de la neurosis ya hay pocas cosas que no pueda permitirme, realmente.
- ¡TARADOOO!
No me dejó continuar, improvisando un dueto que dejó el bolero reducido a la nada.
- PEROOO ¿TÚ SABES QUIÉN SOOOY YOOO? ¡MOCOOOSA!
- ¿Quién? - pregunté con curiosidad, había conseguido aplacarme con el piropo juvenil (Botox, shh).
Se hinchó y anunció pomposo:
- ¡EL EMPLEADO DEL MES!
El cirujano me avisó que no lo hiciera, sobre todo las primeras semanas pero mescojoné. Pensé que bromeaba.
- ¡Qué bueno! - jaleé.
- ¿NOOOO HAS VISTO MI FOTO, A LA ENTRAAADA? - gritó, aún enfurecido. Claro, pensé, de eso me sonaba su jeta aunque allí posaba sonriente.
Mis mariditos, alertados por los gritos del orate y por mis risas continuas, acudieron prestos, qué alegría, tanta preocupación.
- What hapens to this gentle man, my darling, my love? - preguntó el 2 con los ojos desorbitados. - A veces sospecho que mi hijo, el más pequeño, tiene razón y que este hombre no es del todo británico pero no importa, me gusta mucho el misterio -.
- ¡Jabru! ¿vos ya que le hiciste al ameba? ¡boludo de mil reputas!
- No sé, quillo... - medité un poco para resolver el enigma - Debe ser una cámara oculta... - concluí - en el aire, en el éter... los changes... of weathers - La verdad es que con las pastillas, como digo, a veces se me va un poco la bola y me pongo a hacer rimas en cualquier situación, creo que me ha contagiado mi extraño 2.
- The weather? Like chamaleons?
- Vete a saber pero no, no, my love, es igual.
- You´re talking about change of weathers?
- Sí darling, di que sí. Insiste, cariño.
- Oh, I know you my darling, cammbiando tiemppos, yes! i Know this man too. NEW FREEDOM! - se exaltó - GOOD!
Mi primer marido puso tremenda cara de susto y le lanzó de pronto una galleta de mala uva al encargado pero vete a saber cómo le acabó acertando a mi segundo misterio.
- Jabru, vamos nena - le oí susurrar mientras me cogía la mano, prestos a salir corriendo. Inesperadamente escuché al impávido british, pelo largo, entablando amable conversación con aquel prohombre amarillo mientras se frotaba la mejilla.
- I know you, you are the man always in the corner, asking for money, aren´t you?
Entonces lo reconocí. Sí ¡Era el tipo que siempre pedía en la esquina! Tampoco andaba muy en sus cabales, solía ponerse de rodillas con el consabido cartelito "pamí patabaco pawisky pamujeres paunacamisamarilla..." ¿Era también el de la foto a la entrada del super? Me sentí confusa.
Por el rabillo del ojo vi al de seguridad que se acercaba con intención de cotillear, apreté la mano de mi one que aún sostenía la mía y me preparé para apretar también el paso.
- Quillo - le indiqué la puerta con la mirada - . You know! - le grité al british, ya alejándonos.