viernes, 26 de octubre de 2007

Noche de ronda



La casa del Pelusilla es la casa del pueblo: la puerta está siempre abierta y la gente entra y sale sin avisar ni de lo uno ni de lo otro. Es el albergue de los coleguillas que, medio borrachos, no pueden llegar hasta su casa.
La otra noche me colé dentro a la vez que dos chicos a los que nunca había visto, hasta hacía unas horas en el bar. Me dirigí sin dudarlo al dormitorio y para mi sorpresa uno de ellos también lo hizo; él, a su vez, me miraba intrigado. Una vez allí nos plantamos los dos al pie de la cama mientras el Pelusilla dormía. Abrió de pronto un ojo y nos miró sin decir nada, yo me senté sobre el colchón y el otro, quizás por extensión, al estar en una casa común, se sentó al lado con intenciones visiblemente deshonestas. Este muchacho no es que estuviera más cerca de la edad de las chicas del instituto, es que si hubiera repetido uno ó dos cursos, a lo sumo, cara de ello tenía, aún estaría allí. Afortunadamente el Pelusilla abrió el otro ojo y tras echarnos un vistazo, eligió la mejor opción y le dijo a él algo que sonaba aproximadamente como ¡fuera!. Yo me animé y jaleé. "Venga, venga" - dije en tono de broma para que no se ofendiera - "¡Los niños fuera!". El muchacho se ofendió y se fue mientras en mi fuero interno me preguntaba, al mirar a mi chico atontadito... no en todo caso lo que ustedes están pensando, que no sé lo que será. Más bien pensaba en que nunca he sabido elegir.

viernes, 19 de octubre de 2007

En el nombre de la Catiks



¿Por qué catik? Muy fácil. Dormitorio en casa del Pelusilla, escena de tiernos reproches:
- No me llamaste, cariñín
- ¡No tengo tu teléfono!
- Sí, me lo pediste el otro día.
- pues no, no, no lo tengo, piba.
- Sí, te lo apunté yo misma ¿te acuerdas? estabas muy puesto y no atinabas con las teclas.
- pues no lo encuentro. Mira - alcanza el móvil - Míralo tú misma ¡no está!
Echo un vistazo a la guía que amablemente me ha dejado abierta y leo:
Catik Eliza. Enarco las cejas y le doy flecha abajo. Catik Eva. ¿Eh? Tupido velo y flecha abajo. Catik Taytantos. ¡Sí! ¡es mi nº!
No, no me contestó, sólo esbozó una media sonrisa, torcida y pícara. Usé el google, como ustedes.
¿Qué hubieran hecho vuesas mercedes? Yo, un manual de autoayuda.

viernes, 12 de octubre de 2007

Sorpresas te da la vida



Mi amiga la catik, me escribe una carta contándome sus últimas aventuras. Ella es más escogida que yo y entre sus principios tiene el de no liarse nunc con dos hombres que sean amigos entre sí, ni a la vez ni por turnos. Por grupo de amigos, 1 sólo ligue. No quiere después que se comenten entre ellos, le da apuro. Por esta razón sus últimos ligues han sido un chico eslavo, rubio y de azulados ojos oblicuos y conspicuos, con novia afamadamente bella. (Ambos, el novio y la novia, sobre una misma edad y bastante más jóvenes - es una constante - que mi amiga la catik). Y otro, morenazo, italiano, moreno de ojos oscuros, también más joven que la susodicha y sin novia conocida.

Distintas nacionalidades, distintos lugares de trabajo, distinto grupo de amigos. ¡Qué más se puede pedir! Única conjunción: el bar donde los conoció a ambos.
Llega el viernes y mi amiga está invitada a una fiesta de disfraces. Se acerca al local y ¿a quién se encuentra en la puerta? Al morenazo, disfrazado de mujer. Saludo efusivo. Entra a la sala y ¿a quién se encuentra dentro? Sí, al eslavo también disfrazado de mujer. Saludos más efusivos aún e intercambio de miradas cómplices. La catik le presta una peluca que le sobra y le arregla el flequillo. Luego toma una copa, sale y brinda afuera. Entra, charla con los ojos oblicuos. En esto que aparece la novia del eslavo. Él la saluda, claro está, aunque no la presenta. Entra el morenazo, pide que lo maquillen. Mi amiga saca las pinturas y allí que se lía a dejarlo estupenda. El eslavo se pone a la cola, también quiere ser pintado. Ella accede y le sujeta la barbilla dulcemente mientras él le hace ojitos, miradas fijas y su novia, sentada al lado, charla con la gente. Los dos chicos quedan monísimos con sus labios rojo pasión y ojos perfilados de eye liner marrón. Se miran y se ríen el uno del otro, se han conocido en el bar de marras y se han hecho amigos. El anfitrión aparece y se ríe también. Llama a mi amiga, la maquilladora, los junta a los tres ¡están de foto!... Saca el aparato... ¡a ver! ¡Todos más cerca!... Click!!
Amiga: Quiero esa foto. ¿Para el avatar, te parece?

viernes, 5 de octubre de 2007

Inmigración, el sexo y el lenguaje



Conozco una chica alemana que vive en España hace varios años, muy mona y muy campechana, que cuando habla en un idioma que no es el suyo, lo masacra. Lo hace sonriente y coqueta, con la sabiduría, nacida de la experiencia, del plus de exotismo que eso supuestamente le añade. Y yo que oigo ese español que apenas se entiende, que sube y baja, abrupta y guturalmente, sin seguir tan sólo la melodía de la entonación fluída, no puedo evitar añadir ese "supuestamente". ¿Cómo puede alguien encontrar atractivo semejante discurso disarmónico y ruidoso? Ni siquiera mantiene constante el volumen de voz, que te alcanza de improviso para a continuación alejarse repentinamente incluso en el interior de una misma palabra, con agudos trinos intercalados inesperadamente.
A mí esas cosas me bajan la líbido y no al contrario. Por ejemplo, con los cubanos, con perdón y aprovecho para recomendarlos como de los mejores amantes que han pasado por un lecho: cálidos, ardientes, cariñosos. Para recordar. Bueno, a lo que iba, a pesar de ello, tienen un acento que correspondería, según mi oído, al de un niño pequeño español ceceando. Es un acento rarísimo, no resulta serio. Y no me pone nada. Menos mal que una vez en la cama, de su murmullo sobresale un ardiente "Mamita" susurrado cálidamente en una oreja tibia. Sin ninguna c. Se les perdona todo, lo confieso.